miércoles, 9 de noviembre de 2011

Encontré por fin la paz.


 "He aprendido a soñar y a volar y ahora, en este preciso instante,
 seré libre para la eternidad"


Hay situaciones en la vida, determinados momentos, que te hacen sentir un gran vacío dentro, algo que no puedes llenar ni con la compañía ni con la soledad. Es un vacío existencial que te hace plantearte el porqué de la vida, de lo que sucede y lo que se te antoja que venga.
También hay situaciones en las que la muerte llama a tu puerta, pero sólo vendrá a hacerte una leve visita, te pedirá un café. Quizá dos. Y se irá por donde vino, convencida de que, lejos de que la muerte sea un castigo, para ti aquello sería un alivio.
Mientras tanto allí seguía yo, mirando por la ventana empañada, intentando divisar a alguien que no fuera inquisidor con su mirada, que no intentara ver lo que había dentro de mi en un segundo como por arte de magia, sino que me viera como soy, sólo eso y nada más. Que las palabras y los hechos le hicieran traspasar la armadura que mi cuerpo cubría por completo y que aún aquí sigue sobre su pobre portadora.
Hay veces que no encuentras a nadie de ese calibre, alguien que te acepte sin más. Y es en ese momento, cuando llevas toda tu vida escuchando a la gente, ayudando a los que te rodean, te preguntas que quién te escuchaba a ti cuando tú llorabas, con qué te podías consolar si no era hundiendo el rostro en la almohada y rezar para que nadie te escuchara, ya que entonces tendrías que revivir lo que tanto dolor causaba.
Medianoche y mi cabeza volaba a kilómetros de allí, de donde me hallaba yo, inmóvil, intentando ocultar las lágrimas con un mechón de pelo y poco más. Pero no quería dormir, no quería pensar. No quería ser nada excepto el aire. Me quería volatilizar, desaparecer con un "PUF" de esos mágicos que tanto sorprenden a un niño cuando ve los dibujos. Deseaba volar lejos de allí, perderme en una playa llena de arena fina, donde el sol aún luciera para poder nadar y sólo eso, dejarme llevar, sentir luego la sensación de la marea en mi cuerpo. Que la luz me cubriera, se llevara con ella todo lo que me hacía ser más compañera de la muerte que de la vida misma, poder sentir que el mundo se desvanecía a mi alrededor quedándome sola en la arena cegándome a mi misma para no ver la realidad.
Y, cierto es, me hubiera quedado allí, hubiera querido morir allí mismo porque era bello como lo imaginaba, era toda la paz que necesitaba para dejar este mundo hacia sabe quien dónde, pero alejarme, ser efímera, quedarme con esa imagen de belleza ideal que mi mente había creado sólo para mi deleite.
Ojalá fuesen reales.
Ojalá que aquellos a los que reconforté encuentren la paz como yo la encontré en mi memoria.

jueves, 3 de noviembre de 2011

He tenido un sueño

Me inicio en este blog de filosofía y vida con una canción. Se llama "He tenido un sueño" de un cantante de rap llamado ZPU. A mi me gusta mucho, espero que también os guste a vosotros.




Cuando escuché esta canción la primera vez me quedé asombrada. Me extrañó que un cantante de rap cantara sobre estos temas, probablemente porque antes no había escuchado rap.
La canción trata de alguien que sueña con un mundo mejor. Éste sueño lo podríamos hacer realidad entre todos, si colaborásemos más y no fueramos, algunas veces, tan egoístas. Trata también de las diferencias existentes en el mundo entre unos países y otros, como es el caso de España y Angola.
Sueña con un mundo donde no haya guerras ni armas, con un mundo que presente las mismas oportunidades para todos, porque todos somos iguales y nadie se merece que haya distinciones.
La canción, también nos manda un mensaje: "No hay mayor error que el silencio, por eso chilla" Si en vez de callarnos ante esto, expresáramos lo que realmente sentimos y pensamos (estoy completamente segura de que nadie está de acuerdo con las diferencias de nuestro mundo actual) podríamos cambiar algo, porque a un millón de personas se hace más caso que a mil.
Como la letra del estribillo dice, el mundo todavía puede cambiar, lo verdaderamente importante es que las personas que ayudan para que esto sea así, no se echen atrás porque no vean resultados. No hay que perder la esperanza.
El sueño de un mundo mejor termina haciéndose realidad. El tercer mundo con las mismas posibilidades y recursos que el primero, sin guerras, todas las personas iguales y sin que haya diferencia de razas, culturas, etc.
Nosotros somos la esencia y la semilla de este cambio.

La conclusión que saco es que hay que ser más solidarios y no tan egoístas. Si queremos un mundo mejor tenemos que colaborar.
Estoy convencida de que en algún momento, el sueño de la canción, que también es el mio, se hará realidad, pero eso sí, con el esfuerzo y el sacrificio de todos unidos.   ¡SE LOGRARÁ!
                                                                                                                              Rocío Balderas Ruiz.